Cuando veo insultos gratuitos en mi día a día por internet, cada vez me cuesta más no «entrar al trapo». Más que los insultos en si mismos, todavía me resulta más hiriente la reacción de los otros usuarios, que va desde el pasotismo y la resigntación al aplauso.
Esto no es nuevo, siempre han existido personas que cuando leen algo que va en contra de sus opiniones, al no saber cómo rebatir lo leído por ser unos ignorantes, en vez de reflexionar un poquito y intentarlo de verdad, se ponen a insultar y a faltar al respeto a todo el mundo, ya que al fin y al cabo consideran que es el único recurso efectivo del que disponen.
¿Porque me quejo ahora entonces? Pues porque parece que esta tendencia va a más y más, y porqué de tanto pincharle a uno, acaban sensibilizándole ante cosas que normalmente pasaría por alto. Yo creo que la causa principal está en que el perfil medio del usuario de internet cada vez corresponde a personas con menos formación, y si unimos esto con las ganas de obtener ingresos por publicidad o de fama de muchas webs donde no se corrigen estos comportamientos, tenemos la pescadilla que se muerde la cola.
Vivimos en democracia y todos tenemos derecho a expresar nuestras ideas, pero yo opino que esta nueva libertad sin límites, es una forma de tiranía que persigue despiadadamente a las personas que son diferentes. Pienso que los insultos hacen que discusiones que podrían ser un interesante intercambio de ideas, degeneren en intercambios degradantes de groserías. Y finalmente pienso que esta falta de respeto, acaba por enfrentar hasta a las personas más educadas entre sí, y todo para que cuatro cafres se puedan desahogar y se sientan importantes por un día.
PD: Los insultos directos son fáciles de detectar, pero es cierto que a veces no está claro si una palabra lo es o no. En estos casos dudosos al opinar yo que cuando una persona civilizada discute, el objetivo no es molestar a su interlocutor, sino convencerle, uso el criterio de preguntarme si dichas palabras aportan o no algo ideológicamente, si son prescindibles y ofensivas está claro que como mínimo no son juego limpio, por muy ingeniosas que puedan parecer.